“Siempre se ha hecho así” es una frase que se usa para no hacer frente a cambios importantes en la manera de actuar, trabajar e incluso educar. La incertidumbre de las consecuencias frena el impulso para incorporar cambios y esto paraliza e impide alcanzar metas necesarias en un mundo cambiante y acelerado como en el que vivimos en la actualidad.

En el caso de los residuos, las industrias que los producen y/o gestionan tiene la posibilidad de transformarlos en recursos valiosos, convertir algo “inservible”, en un nuevo recurso, pero para ello es necesario incorporar investigación e innovar en sus procesos para convertirse en entidades más eficientes y resilientes.

No es necesario incorporar muchos cambios simultáneos ya que es algo que siempre crea incertidumbre, pero pequeños pasos mejorarán la competitividad.

Por ello, la incorporación de nuevas técnicas de reciclaje, separación, valorización o transformación de residuos abrirá nuevos mercados, el diseño de plantas de tratamiento más eficaces mejorará resultados, las mejoras en rutas de transporte y gestión de materiales reducirán costes y crear alianzas entre diferentes sectores que posibiliten ampliar la circularidad de los materiales y la energía mejorarán la visión global de la empresa en materia medioambiental, entre otros muchos beneficios.

Las colaboraciones toman importancia en este tipo de negocios donde la diversidad de residuos y tratamientos es tan amplia. Por ello, la creación de alianzas entre diferentes formas de negocio mejora la integración de la circularidad de los procesos, pero dichas alianzas deben contar con marcos legales sólidos además de capacidad institucional para permitir supervisar y exigir rendición de cuentas en cuanto a cumplimiento de calidad de los servicios por parte del sector público para obtener calidad en los resultados.

Pero no todas las empresas y naciones se atreven a innovar, aunque saben que hay que llevar a cabo cambios. Para este tipo de agentes indecisos también hay otras herramientas, sin tanto “riesgo”, como las colaboraciones, instrumentos que permite a naciones con características socioeconómicas similares compartir estrategias eficaces y adaptadas a sus contextos y que se ven complementadas con la Cooperación Triangular, que es el tipo de cooperación en la que un tercer socio (generalmente un país más desarrollado o una organización multilateral) aporta conocimientos, recursos o tecnologías para potenciar dichas alianzas ayudando a avanzar hacia sociedades circulares sin dejar a nadie atrás.

Obviamente estas no son las únicas opciones innovadoras que existen para una integración medioambiental de las empresas productoras y gestoras de residuos, sino que, en la actualidad, continúa la investigación en diferentes ámbitos con el fin de conseguir una industria más resiliente y sostenible.

Ya no hay excusa; todas las personas convencidas de la necesidad de cambio tienen a disposición opciones para ayudar a incorporar la innovación en la búsqueda de alternativas que mejoren su circularidad.